Vivir pensando en lo peor

¿Piensas con frecuencia en catástrofes? Puedes transformarlo en algo positivo y obtener beneficios de ello, escribe Karla Paniagua, antropóloga visual.

Foto: Pixabay
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Mi esposo (todavía no me acostumbro a pensarlo así porque nos casamos hace poco, pero ¡eso es!) se fue a nadar al mar. Me quedé tirada en el camastro, leyendo. Él es un excelente nadador y se maneja bien en el mar abierto, pero mi mente ya hacía lo suyo: en mis visiones, él se ahogaba y las corrientes internas se llevaban su cadáver, que era devorado por las creaturas marinas.

En realidad, regresó más tarde con una amplia sonrisa, “está muy fría el agua”, me dijo agitándose como un molinillo, sin conocer la película mental que acababa de ocurrir en mi cabeza. Suspiré aliviada. Y así cada tanto, libero suspiros de alivio, porque soy de esas personas que piensan en catástrofes en todo momento.

Los expertos señalan que quienes pensamos en catástrofes solemos ser sobrevivientes de una. Y sí, al revisar mi historia personal, concluyo que es cierto, pero la mayor parte de las personas entran en esa definición, ¿no es así?

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Ya sea de carácter social, físico o espiritual, en alguna medida todas las personas hemos experimentado sucesos muy desdichados de gran destrucción y pérdida, los cuales nos han brindado la oportunidad de volvernos más resilientes y sabias.

En resumen, ante cada situación, pienso lo peor. Si camino de mi casa al cine, voy mirando mi entorno, temerosa de toparme con un ladrón. Si tomo un taxi, me pregunto qué pasaría si otro auto nos embistiera de frente. Mi vida va sucediendo entre una cadena de catástrofes posibles y libero de tanto en tanto un suspiro cuando verifico que no sucedió aquello tan terrible que imaginé.

Mientras me lees, quizá te estés preguntando “¿cómo puede vivir así?” o tal vez “¿cómo podemos vivir así?”. Porque esta forma de aproximación a la realidad es bastante frecuente. Las personas que pensamos en catástrofes lo hacemos por varias razones. Primero, porque nuestro universo psíquico primario aprendió este mecanismo como forma de supervivencia y es difícil desactivarlo, sobre todo en entornos que inducen estados de alerta.

Segundo, porque pensar en catástrofes tiene su gratificación cuando el escenario indeseable no sucede (¡fiuff!). Tercero, este sistema también gratifica mentalmente cuando el escenario indeseable es verificado, porque considerar el peor escenario de cada situación te permite prepararte para ello. En suma, pensar en catástrofes duele, pero paga. Por eso es tan difícil cambiar el mecanismo.

En el libro El encantamiento del mundo, el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik expone cómo es que el estado de alerta es el motor de la evolución. A sí fue como nuestros antepasados más remotos lograron desarrollar habilidades para guarecerse de las inclemencias del tiempo, cazar, domesticar el fuego, cultivar, y así sucesivamente.

Pensar en lo peor no es tan mala idea si te sirve para prevenir una catástrofe. Pensar en lo peor como forma de vida; sin embargo, supone un estado de ansiedad que no es saludable.

¿Qué he hecho al respecto de este complejo sistema perfeccionado a lo largo de los años? Esas visiones son muy útiles para alimentar mi escritura, así que se transforman en bienes creativos. Por otra parte, dirijo un posgrado en prospectiva, donde con frecuencia analizamos escenarios distópicos, contexto en el que mi habilidad es útil también. Una vez más, mis visiones catastróficas pagan.

Por otra parte, darme cuenta de cuáles son los orígenes de este sistema, cuál fue/es su utilidad para mi supervivencia y cuándo conviene dejarlo en pausa, es un trabajo de cada día. Medito en ello mientras escribo estas líneas.

Hayas tomado o no lo oportunidad, ese evento de alto impacto, ese hecho tan doloroso que forma parte de tu historia, sucedió. Te sucedió, dejando una cicatriz de guerra con la cual has aprendido a vivir. La buena noticia es que sobreviviste y puedes aprender de ello. No hay garantía de que no volverán a ocurrirte hechos terribles, así que conviene estar preparada, ojalá de una manera saludable.

¿Piensas en catástrofes? ¿Qué historia personal originó esa manera de relacionarte con la realidad? ¿Qué beneficios obtienes de ello? ¿Cómo puedes transformar tu pensamiento catastrófico en una fuerza que opere a tu favor? Déjanos tus comentarios en las redes sociales de Dalia Empower: Facebook, LinkedIn o Twitter

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