Tessy López, la pionera en nanomedicina catalítica que entiende el valor de la colaboración

El optimismo, resiliencia y trabajo en equipo de la científica Tessy López Goerne han sido claves en su trabajo sobre tratamientos para combatir enfermedades como el cáncer y otros padecimientos como el pie diabético.

Tessy López
Foto: Claudia Macedo

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CIUDAD DE MÉXICO. De haber cumplido el sueño de su abuela materna hoy sería monja, como dos de sus tías abuelas. Si hubiera actuado conforme al vaticinio de su mamá, habría dedicado su vida solo “a cambiar pañales”, pero desde muy pequeña, Tessy López Goerne demostró que el camino que seguiría sería muy distinto y siempre impulsado por soft skills, también denominadas life skills, como el aprendizaje intencional, la colaboración, el trabajo en equipo y la resiliencia.

“Nací en una familia de una ama de casa y un profesor-investigador, así que desde el tercer día de nacida ya estaba en un canasto en la Universidad de Guanajuato, en la planta piloto que mi papá hizo con los ingenieros de su equipo para fabricar congeladoras de Irapuato, en las que se guardan las fresas y toda la verdura precocida y congelada que se exporta. Estas congeladoras se construyeron con un material desarrollado por mi papá en 1961, año en el que yo nací”, narra la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco.

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Curiosidad y motivación para aprender

Desde la infancia, se vio inspirada por el trabajo de su padre, Wenceslao López Martín del Campo, ingeniero químico. Él estimuló la pasión por la investigación y la curiosidad que caracterizan a Tessy, quien creció entre libros, rompecabezas y timbres postales que coleccionaba.

Estando en la primaria, su padre le dio la tarea de limpiar cada semana el enorme librero que tenían en casa. “¿Qué quieres lograr con esto?”, cuestionaba su mamá, de quien Tessy heredó no solo el nombre, sino el gusto por leer novelas. “Vas a ver que nunca va a acabar, porque, con lo curiosa que es, cada libro le va a llamar la atención y lo va a abrir; va a querer entender, y va a abrir otro y otro…”. Y no se equivocó: “Abría tooodos los libros”, rememora la científica guanajuatense galardonada con reconocimientos como el Premio UNESCO Javed Hussain (1995) y el Premio TWAS de la Academia Mundial de Ciencias (2015).

“Mi abuela también contribuyó: me acercó a la lectura como a los tres años, me leyó todos los libros de Hans Christian Andersen, me leía la historia de María Curie, me decía que yo iba a ser como ella”. Seguramente su abuela no se hubiera sorprendido cuando Tessy fue mencionada en 2017 por una asociación británica dentro de una lista de cuatro mujeres que merecían recibir el premio Nobel de Química. La asociación llamada Council for Parity Democracy, hoy desaparecida, fue fundada en 1980 para impulsar la equidad de género. De 1997 a 2009 publicó la revista mensual The Parity Democrat, de la cual actualmente hay poco rastro en internet.

Formada en la educación básica en colegios de monjas, el sueño de vida de Tessy López fue ingresar a la universidad pública y dedicarse a la investigación. Fue la única entre cuatro hijos que siguió la veta científica de su padre, graduándose como técnica laboratorista en la preparatoria de la Universidad de Guanajuato; posteriormente se trasladó a la Ciudad de México para estudiar la Licenciatura en Fisicoquímica en la UAM, Unidad Iztapalapa.

A Tessy López le interesaban las áreas de materiales y química inorgánica, pero estaba en búsqueda de algo nuevo. Se decidió por un área entonces incipiente no solo en México, sino a nivel mundial: la nanotecnología, que permite manipular de forma individual los átomos y moléculas de la materia a nanoescala (un nanómetro equivale a una mil millonésima parte de un metro y un cabello humano tiene 60,000 nanómetros de espesor).

Formarse en esta ciencia no fue fácil, pues ningún profesor aceptaba dirigir su investigación en una rama ajena a su especialidad, pero Tessy logró cursar sus estudios de maestría y doctorado en nanotecnología, también en la UAM. Para realizar su posdoctorado fue invitada al Instituto de Física de la UNAM por Octavio Novaro, quien sería un segundo padre para ella y con quien colaboró hasta su muerte, hace cuatro años.

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Trabajo colaborativo y liderazgo

Tessy siempre ha tenido clara la relevancia de la colaboración, por lo que estableció contacto con los directores de los 10 laboratorios de nanotecnología más importantes del mundo, lo cual le permitió desarrollar una sólida investigación, reflejada en la publicación de 17 artículos científicos que le valieron la obtención del Premio Weizmann a la mejor tesis doctoral, del Instituto Weizmann de Israel y la Academia Mexicana de Ciencias.

Así, fundó los Laboratorios de Nanotecnología y Nanomedicina en su alma mater, en convenio con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), con el propósito de generar alta tecnología en ciencia médica al alcance de todos.

“Crecí con la idea de que tienes que colaborar, porque si no, no llegas a nada. Eso me lo inculcó mi papá con cincel. Me decía: ‘No eres todóloga, especialízate en algo y colabora con los demás’. Y así lo he hecho: me encanta la gente, me encantan los equipos de personas que saben cosas diferentes a lo que yo sé”, dice López Goerne, quien también fue investigadora en la Universidad de Tulane, Estados Unidos.

En sus inicios, trabajó en catálisis aplicada a la petroquímica para la obtención de gasolinas, al lado de su profesor Ricardo Gómez Romero –con quien posteriormente contraería matrimonio y procrearía a sus dos hijos–. “Él tenía tres o cuatro plantas piloto, pero no tenía buenos catalizadores, así que empecé a hacer nanocatalizadores. Y tuvimos mucho éxito; en ese momento solo estaba nuestro laboratorio y dos más, uno en Estados Unidos y otro en Italia”.

Su indiscutible liderazgo la llevó a establecer una novedosa área de estudio en México: la nanomedicina catalítica, con la que ha diseñado terapias experimentales que actúan directamente en las células para combatir distintas enfermedades. Ha formado directamente a 80 especialistas en México y ha realizado investigaciones con colegas de 13 países.

López y sus colaboradores han desarrollado nanopartículas para tratar enfermedades neurodegenerativas –como la epilepsia y el mal de Parkinson– o virales –como el A H1N1, causante de influenza–. “También diseñé un nanocatalizador para que rompiera enlaces del ADN nuclear para infiltrarlo en tumores cancerígenos, atacando directamente las células malignas respetando a las sanas, y quise iniciar con el tumor más peligroso que puede tener un ser humano, que se llama glioblastoma multiforme, porque pensé que si era capaz de atacar al más duro podría con cualquier otro tipo de tumor. Y, efectivamente, después de 10 años de estudios, tenía yo un bionanocatalizador para tumores cancerígenos cerebrales”.

Debido a la pandemia, la investigación se suspendió, pero lograron aplicar exitosamente la terapia en 17 pacientes. “Tratamos a personas en etapa IV; ya habían sido operadas varias veces, habían tenido muchas quimioterapias y estaban ya desahuciadas, y empezaron a tener alrededor de cinco años de sobrevida”, comenta la investigadora merecedora en 2009 del Premio Scopus por el mayor número de artículos científicos publicados y por ser los más citados en otras investigaciones.

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Resiliencia

Tessy López ha enfrentado a la enfermedad la mayor parte de su vida, tanto propia como de su familia: su papá y su mamá murieron prematuramente a causa del cáncer. Ella misma lo ha padecido siete veces, ya que tiene un mal denominado neoplasia endocrina múltiple. En 2010, Tessy sufrió un infarto cerebral que la dejó temporalmente cuadripléjica, pero logró recuperarse y retomar sus actividades de investigación y como profesora universitaria.

Contrario a ser una limitante, estas circunstancias adversas han sido un catalizador para sus investigaciones. “Tengo mucho ánimo, tengo muy buen carácter y me encanta vivir, me encanta trabajar, soy trabajólica, y por eso quiero seguir adelante. No pienso en la enfermedad, sino en las posibilidades que tengo para seguir mi trabajo normal”, menciona la científica, dando cuenta de su capacidad de resiliencia, otra life skill o habilidad de vida que ha sido cimiento de su vida profesional y personal.

Otra de sus investigaciones es la creación de un nanogel que cura el pie diabético. “Se me ocurrió hacer el gel para heridas diabéticas porque mi hermana Ilia –también ya fallecida– tenía pie diabético y querían cortárselo. Así que le dije: ‘Te voy a hacer unas nanopartículas para ese pie, para que te lo cierre, y se lo cerró completamente”.

Como se detalla en un artículo publicado en la revista electrónica mensual Debates sobre la Innovación –que abunda en esta investigación y en los retos de la ciencia aplicada en México–, los protocolos para el producto, que ya está patentado en México, en Estados Unidos y Canadá, fueron evaluados en el INNN en 2004. Las primeras aplicaciones en humanos se realizaron de manera experimental en la UAM en 2008, y entre 2013 y 2015 la UAM y la Clínica de la Diabetes de la Ciudad de México llevaron a cabo otro protocolo de investigación. En México, 25 mil pacientes han recibido tratamiento con el nanogel en ensayos clínicos.

“El protocolo llegó hasta terminación, pero al quererlo registrar en Cofepris ha sido una tragedia de papeleo; sin embargo, los canadienses se pusieron muy listos y entonces hablaron con nosotros, se hizo una empresa canadiense –Nanotess Company–, el nanogel fue registrado ante Health Canada [organismo federal que regula el proceso de aprobación de medicamentos en ese país], que lo autorizó sin problemas [en 2022], y ahorita ya se usa en hospitales de ese país”, detalla la integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel III.

La certificación del nanogel ante la Cofepris sigue en proceso; se ingresó el dossier para la certificación del sitio de fabricación y está pendiente la autorización del registro sanitario.

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Optimismo

La doctora López Goerne está convencida de que su actitud positiva la ha hecho llegar hasta donde está. “He peleado tanto contra la enfermedad que no me detengo a pensar en los errores, que seguramente los hubo. Mi mente tiene como un colador de las cosas malas y se queda con lo bueno”.

Considera que esta es una actitud conveniente para las mujeres que desean desarrollarse en las áreas STEM (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas, por sus siglas en inglés): “Yo les recomiendo que nunca den un paso hacia atrás, que vayan a donde su instinto las lleva. Que sigan trabajando, porque las cosas salen a larga. También que se enfoquen en lo positivo, en lo bueno, que no hagan caso de los comentarios negativos de otras personas, sino que reconozcan sus propios éxitos y de las demás”.

Aunque le halaga que en algún momento una asociación británica la haya considerado entre las científicas merecedoras del galardón más prestigioso en el mundo, Tessy López no le da tanta importancia: “Estoy tan feliz con todos los resultados obtenidos que no me ha pasado por la cabeza el premio Nobel. Si yo antes de morir logro que este bionanocatalizador sea una medicina de uso diario para gente con cáncer, para mí, ése es el Nobel”.

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