Tenacidad, el súper poder de la CEO Global de Santander Asset Management

Una combinación de cualidades, mucho trabajo y estudio, y una pareja que entiende la equidad de género, están detrás de su trayectoria en ascenso.

Samantha Ricciardi CEO / Foto: Cortesía
Samantha Ricciardi CEO Global de Santander Asset / Foto: Cortesía

CIUDAD DE MÉXICO. Samantha Ricciardi no va detrás del puesto, sino del reto. Eso explica que su camino en 25 años de carrera, hasta su actual posición como CEO Global de Santander Asset Management (AM) sea ascendente, pero no lineal.

Nunca se propuso obtener una dirección global ni encabezar las operaciones de Black Rock y Schroders en México. Al preguntarle qué la llevó a ascender en su carrera, Ricciardi observa una constante: toma las oportunidades que la retan, pues no le gusta quedarse en su zona de confort.

Eso determinó que tomara ciertas decisiones desde muy joven que fueron definiendo un patrón. A los 29 años, la universidad de Oxford la aceptó en el doctorado, pero lo dejó pasar, pues implicaba dedicarse a él cuatro años y no generar ingresos. “No podía con la idea de que me mantuviera mi marido durante todo ese tiempo”, dice Ricciardi en entrevista con Dalia Empower.

También desistió de buscar trabajo en organismos financieros internacionales, aunque es fue justo una de las razones por las que estudió la carrera de Relaciones Internacionales. Se había dado cuenta de que enrolarse dependía más de factores políticos que de su propio trabajo. “No pasó tanto tiempo para que dijera: ‘Esto no parece muy meritocrático’; había mucho rollo político”, señala.

Salir de su zona de confort la hizo renunciar a Schroders -de cuya filial en México era directora- después de casi ocho años de trabajo, para aceptar una posición menor en BlackRock, una gestora de inversiones con más empleados y millones de dólares bajo administración.

Los retos laborales han traído consigo también el de cambiar de país de residencia. Ricciardi inició su carrera en Londres, en donde estuvo 10 años. Después volvió a México, su país natal, para irse de nuevo a Londres, y próximamente se mudará a Madrid.

Pero los cambios de país no solo han sido por su trabajo, también para seguir a su esposo, de origen belga, con quien lleva casada cerca de 20 años y tiene tres hijos. Considera haber elegido a la persona correcta como pareja, pues su apoyo ha sido determinante en su carrera.

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¿Ha sido suerte? No del todo. “Yo creo que, sin duda, hay un 20% de suerte y 80% de trabajo. He estudiado mucho para conseguir un buen trabajo y he trabajado mucho”, dice.

La oferta de Santander llegó en 2021, al poco tiempo de que volviera a Londres para cubrir una nueva posición en BlackRock. Convino en eso con su esposo, quien quería regresar a Europa después de radicar 13 años en México. BlackRock le ofreció la dirección de Desarrollo de Nuevos Negocios en Europa ese año, pero poco después recibió la oferta de Santander. “Levanté la mano en ese momento para decir: ‘Me interesa ir a buscar otra cosa’”.

El nuevo cargo de Samantha Ricciardi en Santander AM es el reto que seguía para ella. Más que la posición per se, manejar un negocio es lo que más le gusta; llevarlo de la A a la Z y poder influir en su dirección. Además, el tamaño del desafío es inmejorable: una dirección global, 230,000 millones de dólares bajo administración, 760 colaboradores y 10 países bajo su liderazgo. “Es el siguiente nivel de lo que hice en México”, sostiene.

“Uno [uno de sus jefes] decía que [yo] era como un perro con un hueso [en cuestión de perseverancia]; que no lo soltaba hasta que no se terminara", afirma Samantha Ricciardi.

El ascenso

Hay personas que “se crecen” ante las dificultades; así es Samantha Ricciardi. Después de una década en Londres, volvió a México en 2007 para encabezar la oficina de la administradora de fondos Schroders, su primera dirección.

Algunos meses después. México estaba sumido en la crisis financiera internacional de 2008 y sus jefes le dieron dos opciones: reducir sus costos 50% para mantener abierta la oficina o cerrarla y regresar a Londres en donde la darían algún otro puesto. Optó por la primera opción, aunque significó despedir a varias personas.

Al final, logró bajar los costos y mantener abierta la operación. “Fue la primera vez que tuve que lidiar con algo tan complicado porque tenía que ver con darle las gracias a gente en un momento en el que sería complicado que encontraran un nuevo trabajo”, señala.

Tres años después, con el negocio estable y jefes contentos con su desempeño, decidió tomar un nuevo reto: el manejo activo de fondos en BlackRock México, con 8,000 millones de dólares bajo administración. No tenía equipo, solo ella se enfocaba a vender fondos de inversión, otras 12 personas se dedicaban al manejo pasivo de inversiones o ETFs. Veían a los mismos clientes, pero cada área por su cuenta.

Al poco tiempo propuso una estrategia que le valió ser nombrada directora para México de la firma. “En vez de ir por los mismos clientes para ofrecerles dos productos distintos, era poner al cliente en medio para ver qué necesitaba”, dice Ricciardi.

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Nadie es perfecto

Ricciardi tiene claras cuáles han sido las habilidades que le han ayudado en su camino y también las áreas de oportunidad en las que ha tenido que trabajar.

“Soy increíblemente perseverante”, dice Ricciardi. Cuenta que esa característica se la han reconocido varios de sus jefes. “Uno decía que era como un perro con un hueso, que no lo soltaba hasta que no se terminara”.

Esa cualidad la hizo obtener varios logros. Mientras encabezó la oficina de BlackRock en México logró que la firma se animara a comprar los fondos de inversión Citibanamex. “No fue fácil convencer a los jefes en Nueva York de que hicieran la inversión. Fue la primera vez que hacían una compra tan grande en un país en desarrollo”.

Pero junto con ello está su habilidad para generar afinidad con las personas. “Sé leer los entornos y a la gente; no llego como 'el borras' [un personaje de un antiguo programa de TV mexicano, cuya principal característica era que improvisaba en toda acción de vida que emprendía] a decir lo que tengo que decir pase lo que pase”, describe.

Por otro lado, su capacidad para adaptarse a distintos contextos le ha permitido trabajar en diferentes latitudes, y en ello no duda que su formación como internacionalista le ha ayudado.

Pero un aspecto en el cual ha tenido que trabajar es la autocrítica y autoconfianza pues en sus inicios, en un ambiente predominantemente masculino como el financiero, le costaba trabajo expresar sus puntos de vista. “Me costaba trabajo participar en reuniones; si sentía que no era la experta del tema me quedaba callada”.

Una coach le hizo trabajar ese tema y a forzarse a participar para que no terminara una reunión sin haberse hecho escuchar por lo menos una vez. Aunque trabajara 18 horas al día, si no hablaba, no se haría notar. “Me decía: 'Te tienes que forzar a participar cuando menos una vez, si no nadie se va a acordar que estabas ahí”.

Hoy esa misma recomendación es la que les da a otras mujeres de las que es mentora. Los hombres, dice, hablan sin empacho, incluso, sin tener conocimiento de los temas. “Las mujeres tenemos que dejar de ser tan autocríticas con nosotras mismas para poder participar en una reunión o aspirar al siguiente rol”.

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Cambiar al mundo

Cuando empezó la universidad, tenía la idea de cambiar al mundo; eso se transformó con el tiempo, pero no desapareció. Actualmente tiene claro que desea generar un impacto en la sociedad, y una manera de hacerlo es a través de sus acciones en favor de otras mujeres.

Entre otras cosas ayudó, a fundar en México la asociación civil Mujeres en Finanzas (MEF), que impulsa la carrera de mujeres en el sector financiero, pues si bien hay avances para que se desarrollen a la par que un hombre, todavía hay un camino por recorrer, ya que sigue habiendo presión social para las mujeres que quieren tener una carrera y también hijos.

“Mi rol es decirles a las mujeres que pueden tener una carrera exitosa y también una familia”, dice Ricciardi. Ese mensaje lo lleva a través de las mentorías que da en sus propios trabajos y ahora en MEF.

Pero para lograrlo, dice, tienen que pasar ciertas cosas. Una de ellas es que las mujeres deben priorizar, pues no pueden ser mamás, esposas y empresarias perfectas. “Si no lo entiendes, te acabas quemando y ya no logras seguir creciendo”.

Ricciardi reconoce que no pudo estar en eventos importantes de sus hijos: “No pasé todo el tiempo que me hubiera gustado pasar con ellos. Me perdí de muchas bañadas en las noches, pero traté de compensar, y lo hago todavía, con tiempo de calidad”.

Y otro elemento importante que le gusta transmitir a las mujeres que quieren crecer en su trabajo y tener familia, es la importancia de saber pedir ayuda. “Sí se vale y no te hace ser menos”.

Samantha Ricciardi CEO2  / Foto: Cortesía
La alta ejecutiva nunca se propuso obtener una dirección global ni encabezar las operaciones de Black Rock y Schroders en México. Foto: Cortesía
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