4 tips para hablar de felicidad con niñas y niños

Conversar con niñas y niños sobre cómo se sienten debe ser algo común y es más crucial que nunca cuando la pandemia ha afectado su bienestar.

Foto: Pixabay
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CIUDAD DE MÉXICO. La felicidad puede ser una palabra tan abstracta que hablar sobre ella con niñas y niños puede ser difícil, pero es necesario siempre.

Sobre todo en momentos como el que hemos vivido a nivel mundial bajo la pandemia por COVID-19 y que ha disparado afectaciones serias de salud mental.

Tan solo en la América Latina se estima que 60% de la población vive con depresión o ansiedad por la crisis sanitaria, según la Organización Panamericana de la Salud.

En México también han aumentado ambas problemáticas, de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social. En 2020 el suicidio entre niños menores de 14 años aumentó 37.62% anual, con un total de 278 casos, de los cuales 122 fueron niñas y 156 fueron niños.

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Ante este panorama, es de suma importancia que las personas entablen conversaciones al respecto con amigos, con familiares y especialmente con los menores a su alrededor.

Sin embargo, primero se debe tener claro qué es la felicidad. Psicólogas expertas explican que se trata de un estado de ánimo en el que las necesidades de una persona están satisfechas, y la manera de satisfacerlas implican factores internos y externos.

“La felicidad es la satisfacción de nuestras necesidades a través de diferentes estímulos y a través de diferentes mecanismos, que podemos ir obteniendo por medio de nuestras acciones y emociones; es decir, una motivación interna o una motivación externa, que puede ser algo muy sencillo y simple como estar en el agua”, señaló la psicóloga clínica infantil con enfoque neuropsicológico, Arantxa Itzel Sánchez González.

“Estaríamos hablando de un estado emocional positivo, muy agradable, que alcanzamos cuando satisfacemos nuestras necesidades y nuestros deseos […] La depresión tiene mucho que ver con cómo se aprende a ser felices, cómo aprendemos a interactuar con el medio y cómo le damos ese valor gratificante”, señaló la psicóloga Isela Pavón.

Ambas especialista coinciden que aquello que provoca felicidad para unas personas, no lo hace para otras; es un asunto individual.

Además es un factor que cambia con el tiempo o determinado momento, y así, aquello que nos hace sentir felices ahora, puede no haberlo hecho previo a la pandemia.

Por otra parte, justamente la pandemia ha generado que la salud mental tome especial importancia y las infancias no deben quedar excluidas del tema.

Arantxa Sánchez señaló que existe un doble reto, pues por un lado, papás y mamás están pasando circunstancias extraordinarias que provocan tristeza, irá o estrés. Por otro, el niño o la niña -sobre todo los más pequeños- están apenas en una etapa en la cual aprenden cómo actuar ante sus emociones.

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“Los cerebros de los niños están en formación, están en crecimiento, están en desarrollo, están creciendo y además están creciendo en un ambiente extraordinario donde no puedo salir, pero mi cerebro me grita salir […] la mejor forma en que un papá y una mamá pueden trabajar las emociones es a través de las cuestiones básicas de necesidades”, aseguró la psicóloga clínica infantil con enfoque neuropsicológico.

Ambas psicólogas compartieron algunas recomendaciones para hablar con las y los menores sobre sus emociones y sobre la felicidad.

1. Identificar emociones

Aunque pudiera parecer algo obvio, no lo es. Todas las personas cuando somos pequeñas aprendemos qué es la tristeza, el enojo, el miedo y, por supuesto, la alegría. Se trata de un proceso que cada quien realiza de manera distinta.

Sánchez aseguró que el elemento más importante para que las y los niños aprendan a ser felices, es que puedan reconocer el amplio rango de emociones que existen.

La etapa ideal para ello es desde muy pequeños y hasta cerca de los 10 años, cuando el cerebro se encuentra en formación.

Para hacerlo, sostuvo, es necesario que el papá o la mamá los eduquen acerca de cómo se reflejan las emociones en el cuerpo, su nombre y cómo se gestiona cada una de ellas.

“Desde nombrar una emoción y después darle un atributo físico, porque al final de cuentas todas las emociones se reflejan en nuestro cuerpo. Sin caer en esta parte común de la charlatanería, me refiero a que el cuerpo procesa las emociones de diferente forma, las procesa en una función cognitiva; es decir, lo que yo estoy analizando, una función endocrina, lo que mi cuerpo va a empezar a emanar: hormonas, neurotransmisores, y lo que yo voy a hacer con toda esta información”, aseguró.

Por ejemplo, si una persona ha gritado con enojo al menor, el adulto debe preguntar al menor dónde tiene sensaciones físicas y ayudarlo a identificar si esa sensación es de tristeza, de enojo, de vergüenza, mencionándole los nombres de cada emoción. Luego, deberá guiarle sobre qué hacer con con esa emoción.

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Lo mismo pasaría al momento de ver a sus amiguitos de la escuela desde lejos bajo el contexto de la pandemia, o cuando no consigue la comida o las golosinas que se le antojan.

Otra herramienta para ayudarlos a identificar emociones, señaló Pavón, es mostrarle cuentos, dibujos o películas. “Ahorita hay muchos recursos para ayudarlos como la película Intensamente”, ejemplificó.

Con base en ello se les puede explicar de manera más sencilla la felicidad es similar a la alegría, pero con mayor duración

“Le podemos decir que la felicidad es esa sensación, que tienes en tu cuerpo, de bienestar, de sentirte bien; [cuando haces esto o aquello], cuando estás con tu mejor amigo o tu mejor amiga, cuando estás jugando tu juego favorito. Hay que identificar en ellos qué es lo que vemos que les gusta y relacionarlo con ello”, aseguró.

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2 Validar como positivas todas las emociones

Frecuentemente se comete el error de creer que el estado de ánimo que se debe tener es siempre la alegría, pero las psicólogas advirtieron que no se debe educar así a niñas y niños.

Señalaron que una vez identificadas las emociones se les debe hacer ver que existen razones por las que se sienten y aprender que todas tienen cabida.

Pavón indicó que un problema frecuente es que se validen las emociones con base en estereotipos de género. Así, a los niños no se les tener tristeza o miedo, mientras que a las niñas se les prohíbe el enojo o la ira.

Esto les hace creer que hay emociones buenas y malas, lo cual es falso, y también moldea de manera incorrecta las respuestas de las y los pequeños ante distintas situaciones.

“Nos enseñan que hay que reprimir las emociones y que unas son buenas y otras malas, y vamos viendo que en los niños, varones, las emociones que tienen que ver con la tristeza, normalmente son reprimidas con el típico: 'Eres un niño y no debes llorar' y demás. En las niñas, algunas otras manifestaciones emocionales también son reprimidas y nos van encaminando hacia la pasividad; por ejemplo, al no expresar la ira porque 'se ve mal'”, afirmó.

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3 Explicar la verdad sobre la felicidad

La felicidad es quizá todo, menos lo que nos han enseñado sobre ella. Las psicólogas reiteran que para cada persona este término significa algo distinto.

Eso se debe explicar a niñas y niños, y que alcanzarla requiere con frecuencia de cosas muy sencillas.

En el mudo actual, opina Pavón, la felicidad se relaciona con objetos materiales o un empleo bien pagado. Esa idea puede generar que las personas no hallen un valor gratificante a otra actividades o cosas.

Por ello se debe enseñar que las artes, el deporte u otras pequeñas actividades son disfrutables y a través de ellas se puede sentir felicidad.

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“Que se les enseñe el gusto por disfrutar las pequeñas cosas que no tienen que ver con consumir algo; que tienen que ver con salir a hacer ejercicio al aire libre; inculcarles el gusto por el arte, por actividades artísticas; fomentar un poco este pensamiento científico que, por naturaleza, tienen los niños; que hagan preguntas y disfruten ese proceso de hacer preguntas”, indicó.

Pero, advirtió, las niñas y niños no aprenden únicamente de lo que se dice, sino también por imitación. Por lo tanto, si las personas que los educan son felices a través de la lectura, es posible que las y los infantes adquieran ese hábito y con ello se sientan bien.

Igualmente aprenden por medio de los contenidos audiovisuales que consumen por los adultos deben ser especialmente cuidados con lo que ven o escuchan.

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4 Desmitificar el "para siempre"

Este punto está muy relacionado con el anterior. Uno de los mitos que existen sobre la felicidad es que es un estado de ánimo que se alcanza en un momento determinado y dura para siempre.

Eso también es falso.

Sánchez González explica que no se trata de una meta a lograr en la vida, sino un estado de ánimo transitorio como todos los demás.

“La felicidad no es una meta, no es el objetivo, no es el pico del Everest. La felicidad es el proceso que vamos desarrollando a través de diferentes actividades, a través de diferentes funciones, a través de diferentes circunstancias; porque si yo continuo con este concepto, simplemente voy a generar mucho estrés, mucha frustración, mucho cansancio”, afirmó.

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Eso es lo que debe explicarse claramente a los pequeños o de lo contrario serán personas abrumadas, desmotivadas y estresadas. Muchas personas no saben descansar o relajarse porque consideran que alcanzar la felicidad y sentirse siempre así, menciona.

La felicidad es un estado natural, agrega Pavón todas las demás emociones son igual de válidas e importantes.

“Es importante decir [a niñas y niños] que la felicidad no es algo que dure para siempre; que parte de la felicidad es que también aprendan a integrar, a identificar, las otras emociones”, aseguró.

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